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Transformar los pensamientos directamente en palabras puede ser realidad.

¿Te imaginas si tus pensamientos pudieran convertirse directamente en sonidos sin articular palabra? Lo que a veces ha sido objeto de la ciencia-ficción podría convertirse en realidad.

¿Te imaginas si tus pensamientos pudieran convertirse directamente en sonidos sin articular palabra? Lo que a veces ha sido objeto de la ciencia-ficción podría convertirse en realidad.

Interfaz hombre-máquina para recuperar el habla.

Varios estudios habían intentado durante tiempo conseguir recuperar el habla de personas que la habían perdido por diversas circunstancias como haber padecido un cáncer de garganta, tener esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o Parkinson.

Sin embargo, hasta ahora los ensayos habían sido infructuosos ya que se basaban en reproducir la manera en la que los sonidos se representaban en el cerebro. Todos recordaremos el sistema que utilizaba el gran Stephen Hawking para impartir sus conferencias, basándose en una lectura letra por letra a partir de sus movimientos con los ojos o el movimiento de la cara. Así conseguía formular unas 8 palabras por minuto, frente a las 100-150 que se generan de manera natural.

Vamos directamente a leer lo que dice el cerebro.

Sin embargo, la estrategia ahora ha cambiado. En un estudio efectuado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco se centraron en las áreas del cerebro que gestionan el habla, es decir, las neuronas que coordinan los movimientos de la lengua, los labios, la mandíbula y la garganta al tragar.

En palabras de uno de los científicos del estudio “pensamos que si el centro del habla está en el cerebro deberíamos intentar descodificar primero las señales cerebrales que se ponen en funcionamiento para generar los sonidos”.

El resultado fue sorprendente. Por primera vez, han conseguido descodificar expresiones generadas por personas con impedimento para hablar con una eficiencia del 61-76%. Si se combina con el contexto en el que se formulan los mensajes todavía se conseguía una eficacia mayor.

El abordaje experimental

Para el estudio, los investigadores seleccionaron a 5 voluntarios que iban a someterse a una operación neurológica para tratar la epilepsia. Antes de la operación, los cirujanos implantaron temporalmente unos electrodos en el cerebro para mapear el origen de las crisis epilépticas de los pacientes.

Aprovechando esta técnica, los voluntarios tenían que leer cien frases en voz alta mientras se registraba la actividad del cerebro mientras pronunciaban las palabras. De esta manera pretendían, por una parte, trasladar las señales eléctricas del cerebro en movimientos vocales y por otra parte conseguir trasladar estos movimientos en sonidos verbales.

Después programaron un ordenador en una técnica denominada “tracto vocal virtual” para aprender los algoritmos generados por la actividad cerebral al hablar, recopilando todos los movimientos de labios, lengua, cuerdas vocales, paladar, etc. Tras el ensayo se generaba una voz sintética que emulaba a la voz humana.

Posteriormente, solicitaron a cientos de voluntarios que escucharan las transcripciones efectuadas para saber si las podían reconocer. Los voluntarios reconocieron perfectamente las frases que la máquina había generado en un 43% de los casos. Algunos sonidos como el de la “b” y la “p” o el sonido inglés “sh” y “z” resultaban más difíciles de resolver. Sin embargo, no suponían una barrera para no entender el contexto de la frase.

Volver a contar chistes

Aunque todavía sea un simple ensayo experimental, la técnica podría ser altamente prometedora para personas que han perdido el habla. Ya se habían conseguido progresos en los 90 con el traslado del movimiento de los ojos a palabras, pero esta técnica puede ser realmente revolucionaria.

La rapidez e inmediatez a la hora de poder comunicarse podría permitir a las personas un aspecto que muchos echan de menos al perder el habla: contar chistes y hacer reír a los demás.

¡Cuidado! Esta técnica puede también acarrear problemas éticos aún sin resolver, porque quizás se pueda oír en voz alta lo que estés pensando. Y no siempre es lo que uno desea.

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¡Hecho!

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